A la mansión del Príncipe Fidel llegó Mía, una niña de cinco años que cazaba demonios. Amante de la carne y de los vestidos lindos, siempre seguía a Fidel, llamándolo "padre". Tras su llegada, la suerte de Fidel mejoró: su pierna sanó, ganó todas sus batallas y ¡hasta se coronó emperador!
Marcos García, esposo de Jimena, quedó en coma accidental. Su hermano Ernesto despertó y dijo que era Marcos. Jimena lo aceptó. La Sra. García lo descubrió, pero Jimena estaba embarazada. La señora pidió la verdad antes de morir. Ernesto confesó haberla amado a Jimena. Mintió por no querer verla triste y prefirió ser sustituto.